domingo, 12 de septiembre de 2010

Sherrilyn Kenyon - Kinley MacGregor

Sherrilyn Kenyon (que con el seudónimo de Kinley McGregor escribe novelas románticas históricas) llegó a la escena literaria con su novela Born of the night.

Pero ha sido la serie de los Cazadores Oscuros, una de las más aplaudidas de la historia editorial, la que le ha catapultado como superestrella. Sus novelas se han convertido en éxitos de la noche a la mañana, con seguidores en más de 45 países, y han estado en la lista de más vendidos del New York Times, Publishers Weekly y USA Today. Su website ha tenido en los últimos dos años más de nueve millones y medio de visitantes y, como promedio, recibe semanalmente 120.000 visitantes.



Biografía relatada por la autora

Me gustaría darte una visión más informal de mí y de mi vida. Fiel a mis raíces celtas y sureñas, soy una persona muy directa. Si quieres saber algo de mí, pregúntamelo.

Una de las preguntas que me hacen una y otra vez es por qué decidí ser escritora. La única respuesta que tengo es por qué no. Nací para ser escritora. Mi manual de preescolar decía “Cuando crezca quiero ser ...” y ahí escribí con mi horrible caligrafía “escritora y madre”. Paradójicamente, ninguna de esas metas me resultaron fáciles de alcanzar.

Terminé mi primera novela cuando tenía siete años y yo misma la publiqué. Sí, todavía la tengo. Mi primer ensayo, en tercer grado, vio la luz en un diario local e hice mi primera venta oficial a los catorce años. Escribí durante toda mi etapa escolar (era la mejor manera de soñar despierta y de que me dejaran tranquila: todos mis maestros pensaban que estaba tomando apuntes diligentemente).

Seguí escribiendo para los periódicos del colegio, los anuarios e incluso los diarios locales y revistas. En el instituto colaboré con un amigo que tenía su propia revista (su padre era dueño de una imprenta). Parecía que estaba bien encaminada para convertirme en escritora.

Pero algunas veces Dios tiene otros planes para nosotros. Cuando a los veinte años decidí lanzarme, ya había vendido artículos a revistas y tenía un buen currículo. Era el momento de orientarme al mercado del libro. Dediqué meses a redactar mi manuscrito pero, justo cuando lo había terminado, falleció mi hermano.

Eso me dejó deshecha. Buddy no era sólo mi hermano: era mi mejor amigo, mi protector. Con su ausencia perdí las ganas de escribir.

Tres años más tarde me casé. Mi esposo me ayudó a sanar. Cuando nos mudamos a su piso, él encontró mis viejas novelas y me dijo: “Recuerdo que antes escribías constantemente. ¿Por qué ya no lo haces?”.

Le dije que no quería hacerlo y escondí mis escritos. Pero el destino no había dicho la última palabra Cuando nos trasladamos a Richmond no encontré trabajo. Ni siquiera en un McDonalds. Fue horrible. Éramos muy pobres. No teníamos mesa ni sillas, sólo una cama, un equipo de música y un pequeño televisor en un minúsculo piso de dos habitaciones. Yo quería contribuir a los gastos y el no poder hacerlo me hacía sentirme muy mal.

Un día me puse en contacto con una amiga de la infancia que era editora de una revista. Necesitaba un par de artículos. No pagaba muy bien y ella sabía que yo no escribía desde hacía tiempo, pero me dijo que si yo los quería hacer, el trabajo era mío. Me arrojé sobre él.

Así es que saqué de un armario la máquina de escribir de mi esposo (había vendido la mía) y me senté en el suelo con una pila de hojas blancas baratas, dispuesta a trabajar en mi artículo. En ese mismo momento comencé a escuchar las voces que había silenciado. Una vez más, mi gente me hablaba. Recuerdo que miré al techo y se me saltaron las lágrimas. Por primera vez desde que murió mi hermano, recordé para qué me había puesto Dios en este mundo.

Yo debía ser escritora. Cuando mi esposo regresó a casa, yo estaba rodeada de papeles y seguía llorando. Él miró el desorden y con aire confundido me preguntó:

--¿Qué ha pasado?.

--¡Estoy escribiendo!—le respondí. Después que le hubiera explicado todo, mi maravilloso esposo me compró un procesador de textos. En esa máquina escribí mis primeras ocho novelas.

Casi dos años después vendí mi primer libro. No por mucho dinero, pero lo suficiente como para comprarme un verdadero escritorio; después de la venta de mi tercer libro, pude cambiar mi procesador de textos por un ordenador.

Debo decir que mi carrera no fue fácil. Hice seis ventas, gané premios, pero eso no era suficiente. Estaba sin contrato y sin proyectos. Además, cuando mi esposo terminó sus estudios, me quedé embarazada. Habíamos planeado todo minuciosamente pero la vida no cesaba de darnos sorpresas.

Aprendí que soy alérgica al embarazo (de verdad!). El bebé nació siete semanas antes de hora y estuvo otras seis en cuidados intensivos; yo sobreviví por los pelos.

Perdimos casi todo debido a los gastos médicos y a que yo no podía trabajar. Fue uno de los peores momentos de mi vida. Después del nacimiento de mi segundo hijo y de varias complicaciones serias, tenía miedo de perder todo de nuevo. Conseguí un trabajo de diseñadora de webs y trabajé lo más duramente que pude para alimentar a mis niños.

Sin embargo, nunca me di por vencida ni olvidé a los personajes que vivían en mi corazón. Tenía tres dólares diarios para gastar en comida, pero muchas veces los gastaba en enviar por correo mis manuscritos a los editores.

En 1997, cuando ya me pagaban mejor por mi trabajo en la web, tenía una nueva historia, una novela de piratas. La envié a mi agente y me dijo que nunca se vendería y que lo mejor era que cada una siguiéramos con nuestro camino. Pero no le guardo rencor, estuvo a mi lado cuando otra gente no lo hizo.

Otra vez estaba deshecha. Pero no derrotada. Decidí gestionar el manuscrito yo misma. Pero había un problema: no tenía dinero. Así es que escribí a un editor. Le hablé sobre mis dos historias paranormales favoritas. No se interesó, pero en cambio me pidió el libro de los piratas. Se lo envié y después obtuve un contrato para tres libros más.

Así es como nací como escritora, con el seudónimo de Kinley McGregor. A partir de entonces he tenido la mejor fortuna. Se lo debo todo a mis lectores. Y ahora no tengo palabras para expresarles lo agradecida que les estoy.

Visita la página web de la serie: http://www.dark-hunter.com/


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